jueves, 11 de agosto de 2011

Entre las múltiples dificultades que los padres de familia encuentran hoy, aun teniendo en cuenta los diversos contextos culturales, se encuentra ciertamente la de ofrecer a los hijos una adecuada preparación para la vida adulta, en particular respecto a educación sobre el verdadero significado de la sexualidad. Las razones de esta dificultad, por otra parte no del todo nueva, son diversas.
En el pasado, aun en el caso de que la familia no ofreciera una explícita educación sexual, la cultura general, impregnada por el respeto de los valores fundamentales, servía objetivamente para protegerlos y conservarlos. La desaparición de los modelos tradicionales en gran parte de la sociedad, sea en los países desarrollados que en vías de desarrollo, ha dejado a los hijos faltos de indicaciones unívocas y positivas, mientras los padres se han descubierto sin la preparación para darles las respuestas adecuadas. Este contexto se ha agravado por un obscurecimiento de la verdad sobre el hombre al que asistimos y que conlleva, además, una presión hacia la banalización del sexo. Domina una cultura en la que la sociedad y los mass-media ofrecen a menudo, una información despersonalizada, lúdica, con frecuencia pesimista y sin respeto para las diversas etapas de la formación y evolución de los adolescentes y de los jóvenes, bajo el influjo de un desviado concepto individualista de la libertad y de un contexto desprovisto de los valores fundamentales sobre la vida, sobre el amor y sobre la familia.
La escuela, que por su parte se ha mostrado disponible para desarrollar programas de educación sexual, lo ha hecho frecuentemente sustituyendo a la familia y en general con fórmulas puramente informativas. A veces se llega a una verdadera deformación de las conciencias. Los mismos padres, a causa de las dificultades y por la propia falta de preparación, han renunciado en muchos casos a su tarea en este campo o han querido delegarla a otros.
En esta situación, muchos padres católicos se dirigen a la Iglesia, para que ofrezca una guía y sugerencias para la educación de los hijos, sobre todo en la etapa de la niñez y la adolescencia. En particular, los mismos padres expresan a veces su dificultad frente a la enseñanza que se da en la escuela y que los hijos traen a casa. El Pontificio Consejo para la Familia ha recibido de esta forma, repetidas e insistentes solicitudes para formular unas directrices en apoyo a los padres en este delicado sector educativo. Queremos, pues, ante todo, unir estas indicaciones con el contenido fundamental de la verdad y el significado del sexo, en el marco de una antropología genuina y rica. Al ofrecer esta verdad, somos conscientes de que « todo el que es de la verdad » (Jn 18, 37) escucha la Palabra de quien es la misma Verdad en Persona

La sexualidad en los adultos mayores implica mucho más que el coito; es una expresión psicológica de emociones y compromisos que requiere la mayor cantidad y calidad de comunicación entre las dos personas, en una relación de confianza, de amor, de compartir placer con o sin penetración. La menor o nula lubricación vaginal, la menor fuerza de la erección, el mayor tiempo para alcanzar el clímax sexual, llevan al adulto mayor a buscar nuevas experiencias en su práctica sexual. 
Las personas mayores de 60 años, pueden tener una sexualidad satisfactoria, y ésta dependerá más de su estado de salud general que de su edad. 
Mantenga un estado de salud adecuado 
Si usted se mantiene física, mental y emocionalmente sano tendrá la energía suficiente y podrá disfrutar con mayor plenitud de su vida sexual. 



Decidir libre, responsable e informadamente cuándo iniciar nuestra vida sexual y cuando tener nuestros hijos, son derechos sexuales fundamentales.
La libertad y la salud son dos de los derechos humanos mas preciados. Decidir libre, responsable e informadamente cuándo iniciar nuestra vida sexual y cuándo tener a nuestros hijos son derechos sexuales y reproductivos fundamentales que muchosjóvenes en México desconocen.Actualmente los jóvenes inician su vida sexual entre los 15 y 17 años de edad con un alto índice de desconocimiento sobre la prevención de embarazos no planeados o de infecciones de transmisión sexual, incluyendo VIH-Sida. En nuestro país el 17 por ciento del total de embarazos no planificados ocurren en mujeres adolescentes menores de 20 años de edad y sólo cerca del 70 por ciento del total de las mujeres en edad reproductiva utilizan algún método anticonceptivo, lo que lleva en la mayoría de los casos a embarazos no planeados y no deseados.Según el Dr. Ignacio Flores, Gineco-Obstetra e integrante del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM), “estos derechos se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir, libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre estos, y a disponer de la información y de los medios para ello”